Viento áspero y frío que llegas desafiante
anunciándonos que el buen tiempo se ha acabado. Vienes avasallando todo lo que
pillas por delante, todos te respetan; animales y humanos a tu paso se
resguardan en sus ropas y sus abrigadas para que no les hagas daño. Solo los
árboles que no pueden moverse, aguantan y sufren tus malas pasadas. Yo hoy al oírte
bufar también me he resguardado, pero no puedo evitarte, me sigues bamboleando.
Cada una de tus pasadas, de silbidos y borrascas en las calles y plazas,
resuenan en mi ventana y penetran en mí ser, como si cada oleada quisiera
llevarse la suave y fina capa que recubre mis sentimientos. A veces estos, hasta
parecen quedar al descubierto y no conforme con ello sigues en tu empeño de
arañarlos sin piedad, haciendo daño, mucho daño.
Pues ya ves hoy que diferente es todo: atosigas
mi corazón y roes mis sentimientos. Oprimes mi vida y casi me tiras por los
suelos. Hoy viento huracanado te pido que te aplaques, si es posible que te
vayas. Hoy en fin te pido calma. No azotes más a mis calles, deja en paz a mi
ventana. Pero veo que no haces caso y te he de plantar batalla. Se me ocurre
una propuesta, tal vez quieras aceptarla: puedes, venir en otoño, viento a
hacer tus pasadas, pero recuérdalo bien, al llegar la primavera quiero tu mayor
borrasca, para salir a tu encuentro y emborracharme hasta el alma.
C. del Río
No hay comentarios:
Publicar un comentario