Pasaron las navidades, y la rutina de los días aparece de nuevo en el horizonte de nuestras vidas. Un año más los machacones anuncios de las rebajas, el recuerdo inapelable de la temida cuesta de enero, el cierzo y las heladas de los madrugadas. Se nos ha ido la magia de la navidad y nos ha dejado de nuevo al pairo de la realidad, el corazón se nos encoje, quitamos de prisa y malhumorados árboles, belenes y adornos que con sosiego y alegría habíamos instalado. Los guardamos rápido como queriendo borrarlos de un plumazo para que su alejamiento nos produzca el menor daño. En las calles siguen luces, motivos de las fiestas pero ya no nos producen alegría, más bien todo lo contrario.
Pero la noria del tiempo sigue inapelablemente transportando nuestras vidas. Atados a su antojo seguimos caminando en este deambular tantas veces incierto. No podemos, no sacamos nada con luchar contra el tiempo. Bueno, pienso que sí que hay una forma de plantarle cara, esa forma es exprimiendo cada día, cada año todo lo que podamos sacar de bueno.
Cada amanecer trae sus problemas y preocupaciones. Es duro, a veces, seguir adelante, incluso con unas buenas bases de salud y trabajo. Si esas bases faltan, más que personas los que viven son héroes. Héroes que llegan a fin de mes, héroes que viven o sobreviven cada día a pesar de sus dolores y limitaciones.
Pero, ¡Qué caramba! A mal tiempo, buena cara. Puede estar el tiempo helado pero caliente el corazón, puede haber sufrimiento en el cuerpo pero alegría en el alma, puede haber motivos para la desazón pero también para la esperanza. Puede, en fin, mientras se nos ofrezca un nuevo amanecer, merecer y merece la pena vivir.
Hola CEFE
ResponderEliminarY ante todo Feliz Año, veo que no has perdido las buenas costumbres y eso me gusta, en realidad como bien reflejas en el blog, nos podemos agarrar a lo bueno, pero para ello, hace falta tener disposición.
Un abrazo amigo y hasta pronto