martes, 15 de octubre de 2013

Recuerdo a Villimer

Me he quedado quieto mientras los rayos de este sol del membrillo, invaden mi cuerpo. A la vista un nogal que aunque este año no tenga nueces,  me hace recordar que estamos en el tiempo de su cosecha, saboreo la puesta del sol en la lejanía del campo con estos aires otoñales,  mientras cabalgo con mis recuerdos la colina que  lleva a Villimer. Allí teníamos nogales y mi padre por esta época me llevaba desde chavalillo a atropar las nueces mientras el  subido al árbol  “apaleaba” para que estas del árbol  se desprendieran. Yo aunque ya lo intentara disimular, sufría cada vez que  le veía  engarabitado en las ramas por miedo a que se cayera.   Villimer es,  mejor dicho era, porque ahora a penas lo visito, mi segundo pueblo, de allí era mi madre, los abuelos, allí pasábamos muchas horas la familia trabajando  alguna tierra que habíamos heredado, Allí vivían mis tíos, algunos muy especiales como, Rafaela y Mariano.

Pueblo de la ribera del  Porma, de regadío. Me abrumaba la cantidad de agua que había por todas partes: presas grandes y pequeñas, regueros por doquier,  donde las ranas, los peces, cangrejos, las truchas y muchos bichos más como las culebras aparecían a la vista con facilidad. El Corpus su gran fiesta,  calle Nueva engalanada, decenas de pobres a la comida que allí les daban. Me fascinaba su iglesia con sus campanas y torre de pizarra, su caño, de fama en toda la comarca, con dos chorros de agua saludable,  la casa y huerta de los señoritos, muy grandes. Al fondo el río Porma  por un inmenso plantío flanqueado.

Palazuelo, mi pueblo, es el secano, la sobriedad, la mesura.  Villimer  era todo lo contrario. En Palazuelo lo predominante eran los cereales de campos sin agua; en Villimer la leche, las vacas ya eran su principal ocupación.  Hasta las gentes de entonces me parecían diferentes: las mi pueblo serenas y serias,  las de allí  más alegres y dicharacheras. Gentes  muy sui generis como Varisto el perrero que tenía con él siempre más de media docena de perros, la Muda era una anciana que vivía a la entrada; escuálida, quijotesca, de niño me daba miedo porque movía sin fin la cabeza y me parecía que me estaba amenazando. D. Fabio, era el cura; muy singular, con un tono como afeminado, siempre me pareció un poco rezongón.

A Villimer en primavera y otoño íbamos con frecuencia a trabajar, a traer la hierba, y los frutos que allí se daban. Siempre era una aventura ir con el  carro de vacas para volver cargado  teniendo que subir toda la cuesta con el último tramo, el más empinado y difícil. Por eso hasta  que no se subía el final no nos sentíamos seguros ni nos separábamos de la yunta que mi padre conducía.  También 4 días al año acudíamos a las famosas “cenderas”  para limpiar regueros y acequias, vino y pan con escabeche o chuletas, al final de la faena, donde algunos de mi pueblo tenían bien ganada mala fama de comerse de estas últimas,  hasta más de una docena.

Villimer de salaos y parientes, como allí nos llamaban, ahí sigue. Se “fueron” los tíos, queda  algún  amigo. Siempre ha sido y seguirá siendo en mis recuerdos un pueblo muy especial. Solo puedo estar agradecido a todo él en general. Hablaría más, pero no me atrevo, porque mis amigos Tasio, Mari Carmen, su marido Eugenio, que son de allí;  lo hacen mucho mejor.


3 comentarios:

  1. Puedes seguir escribiendo, pues lo haces muy bien. Gracias por acordarte de nosotros y mencionarnos. Sólo cambiar el nombre de Eustaquio por Eugenio y habrá quedado perfecto. Un saludo. Eugenio y Mari Carmen

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  2. Te dirán, Ceferino, que son recuerdos. Como si los recuerdos fueran fantasías inexistentes. ¿Y el presente qué es?. Porque cuando comenzó a escribirse este comentario ya es pasado. Estamos viviendo en el futuro de aquello; así que aquello también sigue existiendo.
    Las partidas de tute de los tíos Zacarías, Quintín, Jonás y compañía eran dignas de ver y oír. Eran un espectáculo único. Y ..... desde otro lado en que ya estoy las veo, oigo, siento. Todo está sobre un soporte que se llama tiempo. Y cuando ya sales del tiempo estás en ese otro lugar en que todo es.
    El Corpus, los luches, el tío Paulino arreglándo los brazos rotos del luchador, las noches en vela regando los tréboles y los fréjoles ..... Sigue tu con mas vivencias, no te pares.

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