miércoles, 8 de enero de 2014

El tren 2014

Hace muchos años había trenes muy lentos,  tan lentos que cuentan que la gente a veces se bajaba en marcha de ellos para coger uvas  y les daba  tiempo a volverse a subir aunque fuera en un vagón posterior.

El tren del  2013 de nuestras vidas acabó su trayectoria real y entró en el vértigo del túnel del recuerdo a la vez que nos enviaba al 2014 directamente sin tregua alguna, sin dejarnos siquiera pasar por el andén. Encaramados en él recorreremos valles y montañas, cruzaremos ríos y collados, disfrutaremos de paisajes hermosos y coloridos y también de panoramas tristes y amargos. Desde que nacemos la vida nos sube en el tren del tiempo y ya, como si de una cárcel se tratara, nunca nos podremos  escapar  hasta el apeadero final.

Cuantas veces, en esos momentos en que la vida nos brinda retazos de felicidad nos gustaría que el tiempo se detuviera o al menos fuera más lento. Y en los días difíciles cuando el dolor campa en nuestro ser desearíamos que fuera más de prisa. Pero es así tozudo e insobornable: nunca más lento, nunca más rápido, nunca se para. Nunca nos dará un respiro.

Nos hemos deseado un buen 2014 y le afrontamos  con la esperanza de que las  cosas vayan bien. Dice un viejo refrán: año nuevo vida nueva.  Casi todos quisiéramos, al menos en algunos aspectos, un cambio radical. No  será así, ya sabemos que tampoco es que tengamos tanto  margen de maniobra para cambiar, pero no por ello vamos a renunciar a  la ilusión, a todo lo mejor, incluso a la suerte. Claro que se dice que para ello, nos  tendremos que implicar con ese tiempo tirano y  cada segundo tratar de emplearle para lo mejor en cada ocasión. Será bueno que cuando veamos que se acerca el tren de 2015, abandonar el 2014 sabiendo que a su dictadura hemos plantado batalla y por ello; hemos  sacado partido.

Es cierto que del tren de nuestra existencia ni por uvas ni a nada nos podemos bajar, pero con él en marcha, puede ser bueno tomarse algún relax, incluso su cuenta alguna vez despreciar, aunque solo sea para coger más fuerzas, con que exprimirle en su paso inapelable. 

P.D. Mi querido primo Walfrido llegó el 24 de diciembre en el tren 2013 al apeadero final. Trabajador y honrado a carta cabal. Siempre alegre y cordial. Buena gente. Le echaremos mucho de menos en Palazuelo.

Desde aquí un abrazo entrañable. D. E. P.  

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