En el post anterior hablaba de la
contaminación del Río Moro. Mucho adelanto pero después los plásticos, envases y basuras se ven por todas partes, como pasa en nuestro río. Vivimos en una época de consumismo. Hasta el
Gobierno nos dice que hay que consumir más para crear riqueza y trabajo. Lo que
no nos dicen es que mucho de ese consumo se traduce en más contaminación y degradación
del ambiente y por tanto de la vida.
A todos nos gusta tener nuestro
coche y no deja de ser una aspiración normal. Lo que ya no es tan normal es que lo utilicemos con cualquier motivo y sobre todo para viajes que podríamos prescindir perfectamente de él por ser el
trayecto corto o tener la ocasión de otras múltiples maneras menos costosas
y agresivas con el medio ambiente. ¡Cuánta gente lleva, llevamos; el coche a trabajar
estando el trabajo a unos minutos a píe y sabiendo además que hasta nos vendría
bien ir dando un paseo! ¡Cuantas veces nos cansamos a dar vueltas por la ciudad por
intentar aparcar unos metros más cerca del objetivo y al final lo tenemos que aparcar más lejos!...
Antes de que el coche estuviera
al alcance de las clases trabajadoras, (lo que me parece muy bien) la gente cogía el tren, el autobús, el coche
de línea. Los famosos coches de línea
eran un pilar básico en la vida de los pueblos. Por Palazuelo pasaban
Gradefes y Prioro que acercaban la gente a León por la mañana y la
devolvían al pueblo por la tarde. También estaba el correo León-Sahagún que circulaba al revés
que los anteriores: a León por la tarde
y al pueblo con el correo por la mañana. Era un auténtico espectáculo sobre
todo los días de mercado, miércoles y sábados, ver la multitud de gentes del
pueblo que iban a la ciudad en ellos. Y llevaban de todo: uno un cordero, otro conejos,
gallinas huevos, cualquier cosa que cupiera se podía cargar. Y no digamos la
amenidad de las conversaciones y camaradería que a la espera y en el mismo
coche se creaba entre todos los que viajaban. Hoy en esos mismos pueblos, aunque no para
feriar, la gente se acerca a la ciudad, en
multitud de coches particulares en los que van, en la mayoría de los casos, una o dos personas en cada uno; lo que no deja de ser un derroche económico, también ecológico.
Me he fijado en los coches, pero
son muchos más los ejemplos en los que podríamos denunciar también todo eso.
Nos deberíamos dar cuenta que aunque personalmente uno lo pueda pagar; a medio, largo plazo es un desastre
inasumible ese despilfarro de energías y contaminación que estamos generando y como dije en el comentario anterior tenemos obligación moral
de esforzarnos por dejar este planeta llamado Tierra
habitable y en condiciones para los que vienen detrás.
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